lunes, 30 de septiembre de 2013

Septiembre en el cerebro

Y yo aquí, mirando el lago y buscando señales. Hay líneas y círculos dibujados en el agua. Los miro y pienso en la época del colegio. Ahora tendríamos algo nuevo por estrenar. Un curso. Septiembre siempre llevó implícito empezar algo. Años después hay que fabricarse uno mismo la novedad


Acaba el mes. Y las hojas de los árboles comienzan a adornar algunas calles. Tal vez los mismos corredores de antaño, el rincón del primer beso, el escalón del último adiós. Donde había emociones ahora hay trocitos de pasado pisoteados por el peso de una flor herida y abatida. Por fin el cielo nos da una tregua y nos baña con sus gotitas de lluvia. Una limpieza de ambiente, un cambio de cadera, una nueva carretera, una sonrisa. Y aunque la realidad de la vida siga inmune al calendario parece que todo ha cambiado. O seré yo?

Haciendo balance de este mes, que se presumía yermo, cuento con más vida entre mis amigos, un regalo de bata blanca con olor a despertar. Y no es poco. Aunque se vertieron lágrimas… ahora saboreamos con cada brindis su sabor a sal.
Cuento con una nueva mochila prestada llena de ceras de colores para pintar planetas y adornar la habitación de un niño. También soplé un dos en la tarta de la vida de otro peque y engordé un poco más de amor. Los vi crecer. Los vi ser felices.
Mi haber está repleto de momentos de risas de cada una de las personas que se ha cruzado por mi camino. Nunca viene mal sumar para contrarrestar lo menos bueno.
Hay proyectos e ideas que sobrevuelan mi cabeza y que palpo con los dedos muy despacio, para conocerlos mejor e involucrarme con ellos. Aprendí a arriesgar tras lo llano de camino.
Guardo imágenes de sitios a los que volví tras tantos años, con los que me reencontré y pude mirarlos con ojos nuevos, dejándome sorprender. Hice caminos paralelos, ahora sin el peso de la duda. Conocí y aprendí. Escuché.
Volví y taché con rotulador los días en los que no había novedad. Rotulé las malas noticias de desempleo, angustia y dolor social en un folio en blanco que enrollé y prendí fuego con la torpe llama de mi mechero. Me encendí un cigarro observando el voraz objetivo. Soplé las cenizas y el viento las hizo bailar hasta dejarlas en el suelo. Una mujer las hizo añicos con su tacón. Nunca un final fue tan genial.
Conseguí amueblar los vacíos con más vacío pero con mejor gusto, con mejor sabor. Ahora todo es armonía.
Nadé entre versos de canciones de nuevos artistas, derrapé en sus giros, me hice mayor.
Puede que este mes no haya cambiado nada. Tal vez, simplemente, la que haya cambiado sea yo. O será que me he tomado un relaxing cup of café con leche que me ha dejado atontada?
Seguiré sentada mirando el lago, sus líneas y sus círculos, y el dibujo que ahora hacen las gotas de lluvia al caer y sumar mojado sobre mojado.
Octubre...

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