Ahora que ya no me hundo en las arenas movedizas que me rodean sino que tengo la capacidad de moverme sobre este suelo de playa manteniendo el equilibrio; ahora que me siento pequeña sólo ante la inmensidad del mar; ahora que descubro que soy para ti sólo pasado… ahora me quito el luto que me dejaron tus abrazos y me desprendo de la viudedad de tus besos.
Ahora que descubro nuevos rincones donde huir de tus recuerdos y refugiarme del anhelo de un futuro que nunca existió; ahora que tu mirada de hielo se evaporó en mi retina descongelando mi sentir; ahora que el soniquete de tu voz no retumba en mi oído con la crueldad de antaño; ahora que tu boca no me deja herida… ahora me vuelvo a levantar y puedo mirar a mi alrededor.
Ahora que las agujas de tus dedos ya no marcan los surcos de mi espalda; ahora que tu pecho no me devuelve un latido; ahora que tus pies han dejado de ronronear por este camino; ahora que nos separan kilómetros de desgana; ahora es cuando sé que los imposibles no existen y que sólo son el resultado del no querer.
Ahora que estoy aún más lejos incluso de mí; ahora que la vida me vuelve a enseñar el revés en el espejo; ahora que ya no soy lo que tú imaginaste, ni celda ni cárcel; ahora que he de descubrirme de nuevo… ahora es cuando grito en silencio.
Ahora que el teclado del teléfono no recibe más presión; ahora que no hay mensajes en el buzón y está arrinconado, mudo, huérfano; ahora que no hay un hueco para la esperanza porque arañó cuanto pudo esta sinrazón; ahora que la llama se rebela contra la cera y la luz no llega donde la sombra estableció su campamento… ahora sólo queda mirar hacia delante.
Ahora que queda la subida más encrespada de la montaña; ahora que en la bandera sólo reza ‘olvido’; ahora que perdí kilos en el corazón; ahora que debo decirte ‘adiós’; ahora que la tierra está tranquila y no hay señales de prohibición… ahora arrojo cada letra de tu nombre al vacio y las voy perdiendo de vista.
Ahora le doy cuerda al reloj y el tiempo deja de ser relativo. El tintineo de sus manecillas recita un réquiem por lo que fue y vuelve a retumbar en las paredes. La vida sigue. Hay trenes que pasan y no se quieren coger. Hay gente que espera en el andén. Hay otros que se sientan y sólo observan. Hay quien descarrila. Hay quien se refugia en las líneas de un libro. Hay quien aprende del error. Hay quien se marchita. Hay quien suma el pasado y olvida echando de menos. Hay quien borra los senderos. Los hay que… se calzan de nuevo y empiezan a caminar.
pues a dar pasos de gigantes que tu eres grande madre
ResponderEliminarGracias troyi, tu sí que eres grande!!! Miles de besos
ResponderEliminarMe encanta, ahora si que veo a mi hermana
ResponderEliminar:)
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