Una de
las mejores sensaciones del universo, o por lo menos de mi mundo, es la de
disfrutar de la primera gran taza de café americano del día mientras lees el
periódico. Pero no ya el periódico en su versión digital sino el de toda la
vida. Recorrer esas hojas ásperas deteniéndote en los grandes titulares. Pasar
las páginas, saltar por las distintas secciones, detenerte en las columnas de
los grandes, ir llenándote de tinta los dedos… En resumidas cuentas: ver qué
pasa por el mundo y sacar conclusiones, perderte por la prosa de importantes
firmas y aprender cosas nuevas.
No fue
el caso. No es ya que las piezas no den nada en primicia, para eso ya están las
redes sociales y su inmediatez, sino que tampoco aportaban análisis. Era más de
lo mismo, sin datos interesantes, haciendo noticias de cosas que no lo son
(encuestas de intención de voto cuando aún queda lo más grande para que se
celebren elecciones, temas de debate que se suponen que existen entre los
ciudadanos pero de los que nadie ha oído hablar, más encuestas de cualquier
cosa…). Como dice un buen amigo mío… el onanismo que practican ciertos medios. Y
yo que no podía dar crédito a la situación y con un euro y pico menos en el
bolsillo…
Pero ya
la repanocha llegó cuando una de las escritoras que suelen subir el nivel en
las publicaciones en las que participa únicamente divagaba sobre el proceso que
sigue para elegir los asuntos a tratar. Dos
columnas en las que no decía nada! Porque eso es lo que saqué en claro. Nada. Y
mira que es un periódico que se supone que tiene recursos económicos para
currárselo un poquito… Será por temas!
Así
pasó el tiempo. El café se me congeló. Y lo vi claro. Estamos rodeados de
avestruces que no paran de reírse de nuestra forma de vida. Los hay que se
burlan de nosotros descaradamente cuando se ponen el traje de ‘político’, los
hay que lo hacen a través de la televisión, los hay que se tronchan cuando vas
al banco, los hay que lo hacen por detrás cuando te descuidas un poco, cuando
compras un producto que no te presta el servicio que, se supone, debía dar.
El
avestruz debe pensar que nosotros, esos otros animales que caminamos a dos patas,
los que vamos de listos pero que somos engañados todo el tiempo, que se
conforman con cualquier cosa, que viven atados y maniatados a cosas materiales
y otras tonterías… somos los seres menos racionales del universo. He ahí la
explicación de su eterna sonrisa. Han dado en el clavo. Normal su actitud.
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