Una mirada infinita que topó con el canto del mundo. Una palabra que naufraga por entre las cuerdas vocales y se hunde en la órbita de los ojos. Una gota de espuma de arsénico derramada sobre las ilusiones que se aliñan con el futuro.
Dicen que hay ideas que nacen para no ser compartidas y que existen sentimientos que deben ser abortados. Hablan de que todo se cura cuando yo creo que sólo nacen durezas alrededor de la cabeza del corazón. Le cierro la luz a este cerebro que construye locuras sobre el inestable nido del cuco. Hoy, que me siento ‘Macondo’ y reconozco las calles y su distribución, el tiempo de espera ha comenzado a flotar.
La verdad no es más que una mentira hecha de retales de silencios transparentes que acolchan el reloj que descansa sobre la esquela de esto que, sin ser ni tuyo ni mío, al final, sigue siendo nuestro.
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