jueves, 21 de noviembre de 2013

Bajo el edredón

Y entonces juró que no se levantaría. No podía imaginar un lugar más cálido que bajo el edredón que ahuyentaba los miedos

No había fantasía mejor que la de retenerlo en sus pensamientos, aspirar su aroma, rebotar entre sus risas, beberse su mirada, calmar la sed. No existía más autovía que la de su piel que, al acariciarla, se erizaba de sensaciones olvidadas. No había límites ni prohibiciones. A la velocidad de las palpitaciones. Habitaba en su mente. Recorría su alma. Anidaba en cada esquina. Esparcía yodo en las heridas. Daba soplos de vida. Movía su pelo. Era libre, se sentía libre. La dueña de sus sueños.

Nunca se levantó, abrazó su corazón y ambos quedaron sepultados bajo una manta tejida de miradas, deseos, ilusiones, de fines inconclusos. Detrás, la realidad. El absurdo mundo. Los cristales rotos. Arriba, sobre el colchón, el calor de lo imposible, la temperatura ideal. Un mundo dentro del mundo. Su mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Muchas gracias por leerme!