viernes, 27 de julio de 2012

El esfuerzo tiene su recompensa... pero en otro mundo



El número de desempleados del sector de la comunicación crece todos los días
Crecí en un ambiente en el que el esfuerzo y la lucha por superar las metas conllevaba una recompensa. No me refiero a una recompensa material sino a una más importante: la satisfacción del trabajo bien hecho y un crecimiento personal que dejaba un regusto dulce en los labios. Porque en la vida, todos los días, había que trabajar para intentar mejorar, para aprender cosas nuevas, para tener más conocimientos acumulados que luego te pudieran ayudar en la toma de decisiones.


De pequeña hacía lo que se suponía que tenía que hacer por mi bien, aunque me quedara ojiplática al ver los regalos que otros niños disfrutaban tras sus aprobados en el cole...”Tu deber es estudiar al igual que el mío es trabajar”, me decía mi madre. Y llevaba razón, como siempre. Esa razón que tienen las madres en el 99,9% de las ocasiones y que a veces, por no decir el 99,9% de ellas, da tanto coraje. Y llevaba razón porque en la vida nadie te regala nada, ni una triste sonrisa... que debe cotizar alto en la bolsa del siglo XXI.
Aquello de los principios, de los valores, de la libertad para elegir tu camino, de la opción a equivocarte sabiendo a ciencia cierta que tu madre, que ya venía viendo como te ibas a estrellar, tejía una red para amortiguar el golpe. En definitiva, aquello que va pasando mientras forjas tu personalidad y vas resolviendo las preguntas típicas de quién eres, qué quieres, a dónde vas...
Pues la última cuestión es la que ahora solvento. ¿A dónde voy? Al paro, de cabeza y sin frenos. Mañana tengo mi primer encuentro con el antiguo INEM. Además de para pedir el subsidio por desempleo tengo cita para que me 'ayuden' a hacer mi curriculum vitae. Todo se resume en dos folios: título de la carrera (que ya me podía haber dado por estudiar otra cosita...), cursos de formación, idiomas, experiencia laboral... En total, 18 títulos y certificados que me han llevado a este túnel. Y es que el esfuerzo por ser cada día un poco mejor tendrá su recompensa (y lo afirmo para no llevarle la contraria a mi madre) pero en otro mundo. Desde luego aquí no, y sólo hay que ver los dramas por los que pasan millones de familias al día.
Primero fuimos víctimas de la titulitis. Era algo viral, infeccioso, como si un trocito de papel fuera el pasaporte hacia la felicidad. Ahora sufrimos la falta de moral de las empresas y de valores de los políticos, banqueros y mercados. Esos sí que son los reyes que, después de rezar un ratito, se van de caza dejando el trabajo de otros arrinconado, menospreciado, vilipendiado. Y es que la pela es la pela.

En mi caso, me equivoqué. Estudié periodismo porque quería cambiar el mundo, porque todo me interesaba y me interesa, porque creo firmemente en el cuarto poder. Pero todo ha sido un espejismo, un amor platónico. Las empresas de comunicación son más que nada empresas. No creo que lleguen a ser conscientes del valor que tiene la información y de la faena que se le está haciendo a la población al 'no contar' la verdad. Intereses, intereses y más intereses.
Mientras, asistimos con los brazos cruzados a la destrucción de la libertad y la democracia. Porque sin información contrastada no hay democracia. Si el pueblo no sabe no puede opinar. Si no se tiene una opinión formada somos presas fáciles de los altos mandos. Porque nos convertimos en espectadores pasivos de nuestra propia vida. Porque nos hierve la sangre. Porque no todo se solventa con pan y circo. Porque creo en el desarrollo y en la evolución. Porque no me da la gana de trabajar gratis. Porque #gratisnotrabajo. Porque no nos da la gana de trabajar gratis. Porque somos mucho más que un simple número. Porque no queremos más pisotones. Porque salimos a la calle a decirlo y habrá que gritarlo hasta la saciedad. Porque preferimos morir de pie que vivir de rodillas. Porque estamos hartos de engaños mientras los demás viven de lujo. Porque sólo queremos sobrevivir. Porque mi margarita en el sombrero se marchita y no es justo. Porque no consentiré que eso pase. Porque necesito color en mi vida.

España hace aguas y y esta profesión también porque no se le da a la sociedad lo que pide. Y cuando se lucha por plasmarla en una foto se paga incluso con visitas al cuartelillo (#freeCastromil) No me gusta este mundo y por eso grito como Mafalda: ¡Que paren el mundo que me quiero bajar! #porqueotromundoesposible, #porquehayotrasmaneras, #hayotrassalidas, #soyespañolynomepisasmas, #soyespañolynoganonada, #quetejodanati

2 comentarios:

  1. Porque #gratisnotrabajo y #otroperiodismo es posible. Porque yo sí quiero creer en lo que te decía tu madre, aunque ahora mismo tengamos el horizonte muy negro... ¡Pero seguro que hay una pradera de margaritas esperándonos!

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¡Muchas gracias por leerme!