viernes, 20 de julio de 2012

'Vivir para contarla' y contarla para recordarla



García Márquez padece demencia senil
Un pasquín en la puerta de la literatura anunciaba que el gran Gabriel García Márquez padecía de demencia senil. Afirmaba que los amantes de sus obras, de su manera de contar historias, nos quedaríamos sin poder compartir con él más momentos inolvidables, noches en vela, tardes de relax.


Por delante nos queda únicamente 100 años de soledad, una triste condena sólo soportable con la herencia que nos ha dejado. Su vivir para contarla, su contarla para recordarla. Su recuerdo imborrable, grabado a fuego de tinta sobre lienzo, como obra de arte. Es el homenaje que podemos rendirle. Recordarlo incluso cuando él no se acuerde de quién es y de todo lo que le ha dado al mundo.
No podremos volver a abrir un nuevo libro de los tantos con los que nos hemos zambullido en el buen hacer de este colombiano que ocupa el sillón de los más privilegiados escritores. Una noticia que ha secuestrado el alma de todos los que lo admiramos y nos ha hecho naufragar en la tristeza. La crónica de un hombre que venció un cáncer para luego perder la memoria olvidando incluso a sus putas tristes. Ahora sí que no tenemos quien nos escriba, quien nos deleite y nos haga viajar con su bendita manía de contar.
Somos niños perdidos entre sus letras, aunque aún sigan vivas, venciendo el amor y el cólera, venciendo el amor y otros demonios, un demonio que se llama olvido y que deja sin tinta al más ilustre maestro.
Y cuando el patriarca anuncie la llegada del otoño y la hojarasca nos impida caminar sigilosamente, cuando la mala hora llegue y la mamá grande se despida del genio y nos quedemos con ojos tristes de perro azul, no tendremos más remedio que correr nuevas aventuras con nuestra cruz de ceniza en la frente de la mano de Miguel Littin echando de menos otros doce cuentos de peregrino. Desafiando a la vida y sacándole un dedo a la muerte.
Nos deja mucho, nos deja todo. Y mientras recuerde, que disfrute de todo lo bueno y que coja prestado de su compañero el bolso de viaje adecuado para hacer el camino largo. Aquí, nuestra memoria seguirá llena de su arte y seguiremos aprendiendo de Gabo.

Gabo, te regalo este recuerdo sin importar el momento en el que caiga en el olvido.



2 comentarios:

¡Muchas gracias por leerme!