lunes, 14 de marzo de 2016

¿Por qué estar debajo de agua nos da paz?

Quizás echemos de menos, de una manera inconsciente, el placer de flotar en el líquido amniótico de la barriga de nuestras madres. Tal vez por eso, y sólo por eso, cuando el cielo parece que se va a romper sobre ti, darte un baño se te antoja la mejor decisión.

 ¿Cuántas veces nos hemos sumergido en agua para encontrar un minuto de paz? ¿Qué poder místico tiene este elemento? ¿Cuántos baños se necesitan para purificar el alma?

Sentir que el cuerpo se hunde hacia el fondo como si fuera plomo, ver que la realidad queda fuera de ese manto que te cubre, dejar de respirar durante unos segundos, cerrar los ojos, mantener la calma y luego… flotar. La paz debe ser eso. La calma, la línea que separa los dos mundos. La tranquilidad, dejar la mente en blanco, dejar de pensar.

En la barriga de mamá estábamos bien. El ruido de afuera no era molesto. Podíamos flotar y dar vueltas. Estábamos a salvo de todo, protegidos.
Quizás por eso, y sólo por eso, cuando hay días que el mundo se resquebraja y comienza a sangrar, tendemos a llenar la bañera de agua y sumergirnos buscando un poco de alivio. Será por eso. Será, quizás, una puerta que te lleva al pasado.  Será, tal vez, un punto en blanco, una protección.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Muchas gracias por leerme!